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26 Pero el Señor dijo a Moisés:

— Extiende tu mano sobre el mar para que las aguas se precipiten sobre los egipcios, sus carros y su caballería.

27 Moisés extendió su mano sobre el mar y, al despuntar el día, el mar volvió a su estado normal. Los egipcios trataron de huir, pero se encontraron con las aguas, y el Señor hizo que los egipcios muriesen anegados por el mar. 28 Las aguas, al juntarse, engulleron carros y caballería, y a todo el ejército del faraón que había entrado en el mar en persecución de los israelitas. No se salvó ni uno.

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